¿Qué tanto nos parecemos a nuestras madres o abuelas que renunciaron -o mejor dicho- tuvieron que renunciar. por imposiciones familiares o sociales, a ese poder personal que te lleva a ser cómo tu quieres o sueñas? ¿Qué tan neuróticas somos? ¿Cuánto nos hemos alejado de nuestros reales sueños y deseos? Mientras no consigamos ser como quisiéramos o soñamos el poder real sobre nuestras vidas se va de nosotras.
Hay una tendencia en esta parte del mundo que busca subsanar antiguos males sociales como la violencia y la discriminación, pero la tarea central está del lado de las mujeres. Tenemos que ser protagonistas de nuestros cambios de estilo de vida. Solo una revolución personal, nuestra propia responsabilidad personal asumida, nos llevará al éxito. El poder real no te lo regalan, lo consigues con tu esfuerzo personal. Y esforzarse no es sufrir, es empezar a recorrer el camino que vislumbres más sabio y amoroso para ti, y no abandonarlo...
